Una Fatumata, así al azar, con cara de doncella enamorada. |
Mientras
que el movimiento anterior funcionaba como un retrato del protagonista
masculino, en éste Brouwer centra su atención en el personaje femenino. Samba
Kulung, que había sido expulsado de su hogar por rehusar ir a la guerra,
encontró refugio en el palacio de un poderoso rey, de cuya hija (cómo no) se
enamoró. En algunos relatos se cuenta que Fatumata, que así se llamaba la
princesa, se disfrazó con la armadura de su enamorado para ir a la guerra (algo así me suena de un libro de aventuras bastante conocido que se llama la Ilíada).
En
fin, en La Balada de la Doncella Enamorada encontramos, más que el desarrollo de la historia, una
evocación del amor que ésta sentía hacia Samba, contrapuesto a las llamadas
de los tambores de guerra que aún los
persiguen.
En
los primeros segundos escuchamos la repetición de una célula rítmica, de nuevo
evocando la percusión, seguida por el inicio de la canción de la doncella en
0:09 (llamémoslo tema A). Esta melodía también recoge recursos africanos, y es desarrollada de
diferentes maneras en las que no merece la pena profundizar. En 0:41 volvemos a oír la
célula rítmica, ahora más elaborada, seguida en 0:54 por una transposición
del tema original, interrumpida por el motivo del comienzo en 1:02, que se
repite dos veces más. Tras la tercera (0:32), la célula rítmica crece hasta
convertirse en un tema por derecho propio, evocador de los peligros de la
guerra que acechan a los amantes. En él se sugieren los toques de los tambores
tribales en una cuerda grave de la guitarra, en lo que se conoce como un Ostinato, mientras en las agudas se recoge el
tema A.
Esta sección central muestra un compositor en posesión de una técnica
compositva magistral que le permite combinar materiales musicales tan diferentes entre sí. En 3:28 se
vuelve a recoger el tema A, contrastando con el tema de la guerra en
4:12, que crece en lugar de quedarse en la repetición como hizo la vez
anterior. Después de estos desarrollos, en 5:15 el tema vuelve a aparecer en el
registro más agudo de la guitarra, mediante un recurso tímbrico llamado notas armónicas,
una técnica que permite crear una atmósfera mucho más tranquila, en contraste
con la sección anterior. Unas pinceladas
que nos recuerdan el ostinato rítmico finalizan el movimiento, sin concluir
nada. ¿Habrán sido separados por la guerra? ¿Qué pasará con su amor?
La
respuesta en el último movimiento.
Para escuchar:
¡Que lo disfrutéis!
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