martes, 12 de junio de 2012

Preludio.


            
            “En  la primavera de 1928, George Gershwin, el creador de Rhapsody in Blue,  realizó una gira por Europa y conoció a los compositores más destacados del momento. En Viena recaló en casa de Alban Berg, cuya ópera Wozzeck –empapada en sangre, disonante y abrumadoramente sombría- se había estrenado tres años antes en Berlín. Para recibir a su visitante estadounidense, Berg se ocupó de que un cuarteto de cuerda interpretara su Lyrische Suite (Suite lírica), en la que el lirismo vienés se refinaba hasta convertirse en algo parecido a un peligroso narcótico.

            Gershwin se sentó luego al piano a tocar algunas de sus canciones. Vaciló. La obra de Berg lo había dejado sobrecogido. ¿Eran sus propias obras dignas de este marco lúgubre y opulento? berg lo miró con severidad y dijo: “Sr. Gershwin, la música es la música”.

            Me gustaría que esta anécdota sirviera tanto de preludio como de declaración de intenciones sobre el propósito de este blog.
           
            En el mundo en que vivimos, resulta complicado encontrar un espacio digno para escuchar la llamada malamente música clásica. Mientras que al visitar un museo o un lugar arquitectónico se ofrece una explicación o una guía para mejorar la comprensión, resulta imposible encontrar notas explicativas cuando se interesa uno por la historia de la música. Y eso teniendo en cuenta que el arte musical tiene un carácter mucho más abstracto que las otras. 

            Para más inri, se envuelve el concierto en un ritual oscuro y secreto (Se aplaude a la entrada, a la salida, si se pide un bis, pero no entre movimientos, bajo ningún concepto cuando se está tocando. ¿A quién se le ha ocurrido esto?). Yo mismo, amante de la música clásica, me doy cuenta de cuánto sale perdiendo ésta si comparamos un concierto del repertorio clásico con un concierto de jazz, flamenco o rock. Mientras que los segundos se lo pasan pipa mientras tocan, la mayoría de los intérpretes clásicos  están sufriendo por no equivocarse, y se permiten como máximo una sonrisa al saludar en los aplausos.

            Por otra parte, la mayor parte de la sociedad sigue arrastrando el peso de las ideas románticas sobre la música, en las que el compositor pretendía ser un iluminado por la gracia de la inspiración y los extremos a los que llegaban las vanguardias, que, aferradas a una estética incomprensible, menospreciaban la incomprensión del púbico (Schönberg, que también era pintor se retrató a si mismo de espaldas al espectador, y llegó a rehusar escuchar los aplausos en sus conciertos). Dejémoslo claro desde el principio: el ser humano hace cosas (sillas, puentes, cuadros…) y las composiciones musicales son una más de ellas. Igual que el carpintero se encuentra por sus conocimientos en mejor disposición para valorar cómo está hecha una silla, saber algunas bases sobre lo que escuchamos nos va a permitir apreciarlo mejor. Pero ya está. La música clásica está hecha para escucharla, y no hace falta ser un iluminado para entenderla, a pesar de que Hollywood y las series de televisión se empeñen en asociarla con genios, locos, o directamente con los malos de la peli (Sherlock Holmes tocaba el violín, Hanníbal Lecter escuchaba las variaciones Goldberg y Alex, el drugo de la Naranja Mecánica, Beethoven)

            Visto lo visto, parece que este tipo de música está llamada a desaparecer. ¿Y a quién le extraña? A pesar de todo, yo creo que aún le queda mucho que aportar. Lo bueno de este arte es que, por su naturaleza abstracta, puede reinterpretarse una y otra vez para adaptarse a las necesidades estéticas de cada generación. Este blog intenta llevar a cabo esa labor. Me gustaría sacar del desconocimiento general la música del repertorio “académico”, y por ello pretendo comentar obras que hayan sido importantes en su desarrollo, aportando mi punto de vista personal para facilitar y mejorar la experiencia de quien las escuche. No es este un blog para músicos, aunque también puedan interesarse por él. Pretendo escribir para aquellas personas que, interesadas por la música, nunca hayan encontrado un espacio que se la acerque. Quiero compartir con ellos una de las mejores experiencias que conozco.

            Espero que lo disfruten. 

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